Mi muy estimada presidenta
Cuando la vi en la pantalla descendiendo del avión que la traía del sur, solo allí y en ese momento, tomé conciencia cabal de dos cosas. Que más bien tendrían que ver con la vida entera. Supe cuánto me había costado cuánto dolor y cuánto esfuerzo en el cuerpo me había costado sobreponerme a la caída el pesar de ver a la patria derrotada y también -en el mismo momento- supe que seguía viva, que no me había muerto que acá no se termina nada y que estábamos de pie y qué maravilla que tuviera que aguantar el llanto. Lo supe y me callé. Por pudor hacia mi hijo, estábamos juntos frente a la compu y me dije: esto me debe estar pasando solo a mí, no puede ser, somos dos generaciones.
Mi hijo hace radio y trabaja en Radio Rebelde con D’Elía. Y estaba atrás suyo el miércoles en Comodoro Py, cerca del escenario. Y me cuenta que desde donde ustedes estaban (él y usted) no se alcanzaba a ver, ni remotamente, la enorme multitud que la aguardaba. Vaya a saber, no entendí demasiado, la altura del escenario y ciertos recodos del espacio. Y que mientras usted hablaba él pensaba qué tremendo qué poca gente qué dolor. Y se debía ir en mitad del discurso porque tenía que llegar a la radio y que comenzó a caminar para salir y llegar hasta Retiro… y ahí se le cambió la vida entera. Como a mí. Y me habló de ser feliz en cuestión de segundos y que se le salía el corazón del pecho y que lloraba y reía con toda la gente mojada y que eso no terminaba más no termina más.
Y otra resonancia: el Instituto Patria. En el antiguo Círculo de la Prensa. Rodríguez Peña 80. Año 1973. Llego a Buenos Aires a estudiar periodismo en el Círculo de la Prensa. Allí conozco a quien es mi esposo. Yo abandono el periodismo y me dedico a la literatura. El continúa en los medios (por decirlo de algún modo tolerable). Fundamos allí la primera y única agencia de prensa del Círculo, año 1976, Cir Pren se llamaba. Lo pensamos ahora e inconsciencia total. Después mi esposo continúa por años dando clases en el Círculo. Rodríguez Peña 80!, amábamos ese lugar y lo empecé a amar en ese lugar. Y me enamoré de una crónica que había escrito donde hablaba de la vida en las villas y los grasas y los negros. Y dije lo amaré por al menos 38 años ja!
Bien! Aquí estamos mirando hacia atrás y hacia delante y agradeciendo y celebrando. Lo que vivimos fue posible, fue verdad y fue belleza. Casi como el arte, casi un arte, que la política es un arte.
Será duro lo que sigue, feo y duro, pero sé que lo siento así porque antes fue muy bello. Y nadie nos quitará lo bailado y lo aprendido y conseguido. Y que por favor siga esa voz del miércoles, esa voz que supo ubicar (uy qué difícil) y ordenar y discriminar: de este lado el bien, de este lado el mal. Y no me refiero a los lados de la grieta, me refiero a los valores y los sentidos.
Y salú salú salú, porque sin nosotros no somos nada.
Agradecida
