Galeria-aniversario-Raul-Alfonsin-30.jpg

A Barthes le pasaba lo mismo. Basta que me diga: voy a escribir para que sólo me ocurran cosas banales, pedestres, efímeras. Y pensar que momentos antes me pensaba trascendente. Trascendente, gloriosa, ocupada por mí misma.
Debo perder este miedo. Voy a escribir una escena odiosa.
ESCENA ODIOSA
TEXTO ACADEMICO
Cómo se mantiene la referencia a una entidad concreta a lo largo del texto?
Objetividad e implicación en el texto académico
La pertinencia informativa
La adecuación del contenido a la situación comunicativa
Odiosa como cambiarse de ropa muchas veces en el mismo día y nada.
Odiosa como armar proyectos, planes, futuros.
Odiosa como deber ser: cínica, comprensiva, tolerante, inteligente, lúcida, irónica.
Brillante, estar a la altura, no dormirse, hacer las compras, pensar qué vamos a cenar esta noche, mantener la glucemia baja, mantener el buen humor sabiendo que.
Escribo: quiero ser pequeña. A medida que envejezco, cada vez quiero ser más pequeña.
Hacer cosas pequeñas, tener planes pequeños, coser una pequeña colcha toda de retacitos.
Coser con puntadas chiquititas pedazos chiquititos de tela a otras telas. Para nada. Para amontonar puntadas.
Repetir una misma acción muchas veces mucho tiempo es hacer un duelo.
Así fue siempre. La vez que pinté olitas en un cajón. Todo el cajón lleno de olitas de muchos colores. De vez en cuando, cuando tengo que hacer un duelo, estudio italiano. Estudié italiano cuando fue lo de Cromañón. Estudié italiano cuando Nina se volvió loca. Una vez con mi hijo, otra vez con mi hija. Ellos me acompañaron al dolor.
Mirar durante dos días enteros en la pantalla de la tele la muerte de Alfonsín.
Los discursos de Alfonsín, los gestos de Alfonsín, el abrazo de Alfonsín, Alfonsín en el balcón, caminando por los jardines de Olivos, entrando a la Rosada, en la inauguración del busto, saludando a la presidente, guardándose el discurso en el bolsillo, Alfonsín levantando los brazos, saludando, mirando un muerto en La Tablada, al lado de, atrás de, junto a, poniéndole la mano en el hombro a. Para por según sin so sobre tras.
Mirar dos días a Alfonsín en la pantalla es hacer un duelo.
Porque nadie mira dos días a Alfonsín en la pantalla. Nadie puede hacerlo. Es físicamente imposible. Todos nos mirábamos para adentro. Todas las mujeres que miramos dos días a Alfonsín en la pantalla estábamos cosiendo. Yo estaba cosiendo. Puntada tras puntada.
Una colcha interminable. Una colcha de pedacitos de otras colchas de otras ropas de otras gentes. Una colcha para ver si nos tapamos. Si nos podemos tapar y se nos pasa el miedo.
El miedo de tener que vivir otra vez todo ese miedo.
Mirar dos días enteros la cara de alfonsín muerto por la tele era necesario. Uno tiene que velar algunas cosas. Uno tiene que hacer los duelos. Uno tiene que quedarse quieto y en silencio pensando, alguna vez en la vida.
Por lo menos una vez cada 25 años.
Velar con velas los sueños de ese día.
Velar con velas mientras alfonsín rezaba el rezo que durante siete años era imposible ni siquiera pensar.
Para nosotros para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo.
Cuando uno se toma el tiempo y el trabajo de velar sus sueños
algo bueno tiene que pasar después.
Uno sale más limpio de entre tanta mugre
Se puede volver a tender ropa blanca al sol
No sé si queda claro.