Voy a la escuela secundaria, yo me sentía remal. Esa escuela era una mierda porque yo venía de la escuela pobre. Mirá, para que te des una idea, solo dos de esa escuela seguíamos la secundaria, ponele de 30. Reloco eso. En el año 1964. Golpe tras golpe tras golpe. Fui a la secundaria, me sentía remal, remal, remal porque éramos dos solamente. Yo admiraba a una pendeja muy bonita, rubia, que masticaba chicle y se levantaba a todos los pendejos. Eso era lo único que recuerdo de la secundaria. Era una pendeja que se pintaba, viste como en los 60’ que se pintaban los ojos negros negros. Bueno, rubia, con los ojos negros negros negros, masticaba chicle así todo el tiempo, flaquita, preciosa, y estaban atrás todos los pendejos. Y yo así en un rincón, y ¡hablaba con la “z”! ¡Yo hablaba con la “z”! Era una catástrofe, un padecimiento. Por eso cuando te digo que ingresé en el padecimiento, ¡es verdad! El padecimiento es como un arte. La secundaria fue algo espantoso, no recuerdo nada nada. Todos hablan ahora, se reúnen, ¿viste? Todos son felices recordando la garcha esa. Yo no quiero, nunca volví a un encuentro de esos de mierda. Bueno, una cosa espantosa.

Pero habiendo terminado ya la secundaria, yo estaba ahí por los 17, 18 años. Entonces pasó otra cosa, pero esto es reloco, no me lo vas a creer. Viene por primera vez a Rojas un tipo que va a dar clases de yudo. Viene el profesor, lo trae una institución de Rojas que es el Centro de Empleados de Comercio. Bueno, yo veo el aviso, el tipo, la foto, el tipo, qué se yo... Dije “me voy a anotar”. Bueno, voy. Justo llego en un momento en que estaba el tipo. Voy a hablar con el tipo. Digo: “Bueno, yo me quiero anotar en sus clases profesor, yo...”. El tipo me mira con una cara de horror, pero de horror, casi mudo y yo no entiendo por qué. No me contestaba. Yo le decía: “Pero, yo puedo, estoy en condiciones. ¿Qué, no se abre ese grupo?”. Qué se yo, lo obvio. El tipo me dice: “Es que nunca tomamos mujeres”. Es increíble, ponele año 68. Me dice: “No es una disciplina que la practiquen las mujeres”. Ay, no lo puedo creer, no puedo creerlo. Le insisto, le insisto, le digo que por qué, que cómo, que no puede ser, y que se yo. Tanto se ve que le insisto al tipo, era un tipo joven, de unos 30 años, que el tipo me dice: “Bueno, si vos juntás 3 o 4 mujeres más, abro un grupo para mujeres”. El tipo de era de Pergamino, venia de Pergamino.

Bueno, yo digo, “genial”. Le junto 3 o 4 pibas más, a todas nos parece genial hacer yudo. Y así empezamos a hacer yudo. Y estaba refeliz, ¿viste? Refeliz. Pará, no te entusiasmes Male, porque estas cosas no terminan bien. Nunca. Nunca.

Muestra de fin de año. Muestra para captar más alumnos para el año que viene, ¿viste? Al tipo, pobre tipo, que ya no me acuerdo el nombre, se le ocurre hacerlo en la plaza del pueblo. Monta una tarima. Vos pensá que es un pueblo en donde pasan pocas cosas, pasaban pocas cosas. Así que va todo el pueblo a verlo. Montan una tarima, se ponen el tatami y todo. Bueno, hacemos la muestra. A la semana, le cae al tipo una denuncia por perversión, diciendo que en esa muestra había tenido... em... ay, no me acuerdo bien, pero era como si fuera contacto erótico con las alumnas. Le llueven denuncias al tipo, denuncias de las fuerzas vivas, lo que se llama las fuerzas vivas del pueblo, los notables del pueblo. Nosotras quedábamos en un lugar de perversas... de putas totales, de putas. Quedábamos en el lugar de putas, ¿viste? Bueno, esto fue ponele que en diciembre. En marzo, esto no me lo vas a querer creer, el tipo vuelve para el curso. Ahí no sé qué pasa que se reúne el Centro de Empleados de Comercio y lo expulsan del pueblo. Le prohíben la entrada.

Me enteré después que tardó 15 años en poder volver. Primero lo echaron, dijeron bueno, no podes dar más clases. Y después hay una posibilidad de la municipalidad de expulsar a alguien de un pueblo, y sí, como que es declarado... persona no grata.

Esto es de un pueblo. Eso es de un pueblo. Bueno, lo mismo que acá, pero acá como la gente... vos podés elegir en un lugar grande “bueno estoy con este grupo de gente que es copada y no estoy con este hijo de puta”. En un pueblo es como que no podés zafar, no podés zafar, ¿viste? Bueno, después las historias de los pueblos van todas por los mismos lugares, generalmente ganan las fuerzas conservadoras.

(Desgrabación textual de una charla de Margarita Roncarolo con Malena Saito)

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